La palabra “personalidad” tiene muchos significados diferentes según el contexto. Millon y Davis (1998) definen la personalidad como un patrón complejo de características psicológicas profundamente enraizadas, mayoritariamente inconscientes y difíciles de cambiar, que se expresan de forma automática en casi todas las áreas de funcionamiento de la persona. La personalidad permanece relativamente estable a lo largo de toda la vida. Y este elemento vale tanto para caracterizar a las personalidades sanas o normales, como a las que no lo son. Cuando hablamos de una personalidad anormal o patológica, hacemos referencia a todo el modo de ser de un individuo, y no a aspectos concretos o parciales. Cuando hablamos de trastorno de la personalidad (TP), nos referimos a que el modo de ser habitual de esa persona es enfermizo, disfuncional, patológico o anormal; ya sea porque no es el modo de ser más frecuente de las personas de su entorno, o porque no se ajusta a lo que cabría esperar de la persona teniendo en cuenta su contexto sociocultural, su formación, etc.

Lo que diferencía un trastorno de personalidad a simplemente características especiales pero aisladas es en el primero las anomalías de la persona se hacen patentes en un amplio rango de comportamientos, sentimientos, experiencias internas y en circunstancias muy diversas. Se trata de un modo de ser y comportarse poco adaptativo, lo que conlleva a que su capacidad de aprender nuevos modos de comportamiento, de expresarse, de relacionarse con los demás, se encuentre gravemente limitada.

Aunque un TP provoca sufrimiento y malestar intensos en el propio individuo (o en los que le rodean), no suele haber conciencia de enfermedad, o esta se limita a unos pocos aspectos. Por esta razón, difícilmente las personas con TP buscan por sí mismas ayuda psicológica y por eso en estas personas la red de apoyo es especialmente importante.

Los trastornos de la personalidad se dividen en tres grupos:

  1. Grupo A (raros y excéntricos): Coinciden en presentar rasgos tales como la rareza, excentricidad, retraimiento o aislamiento social y suspicacia. Estos trastornos de la personalidad, cursan síntomas similares a los de la esquizofrenia, pero en un grado significativamente más leve que los pacientes esquizofrénicos.
    • Trastorno de personalidad paranoide: Se caracteriza por la desconfianza generalizada e injustificada hacia los demás.
    • Trastorno de personalidad esquizoide: Se caracteriza por un fracaso profundo de la capacidad o habilidad para relacionarse con los demás. La conducta de alejamiento de los contactos sociales y la limitada capacidad para la expresión de sentimientos en situaciones de interacción con otras personas. No suelen experimentar placer (anhedonia crónica).
    • Trastorno de personalidad esquizotípica: Son personas que experimentan trastornos cognitivos diversos y distorsiones perceptivas, se comportan de una manera excéntrica y son socialmente ineptas y ansiosas.
  2. Grupo B (emotivos): Se caracterizan por rasgos tales como la tendencia a la exageración, la emotividad excesiva, la inestabilidad y variabilidad, y la escasa capacidad para controlar los impulsos y para empatizar con los demás.
    • Trastorno de personalidad antisocial: Presenta un patrón de conductas socialmente irresponsables que reflejan desconsideración hacia, despreocupación por y vulneración de los derechos de los demás. Fracaso para adaptarse a la normativa legal vigente en la sociedad.
    • Trastorno de personalidad límite: La inestabilidad y la ambivalencia caracteriza en prácticamente todos los ámbitos de su vida es la particularidad de este trastorno. El resultado es la presencia de actitudes cambiantes, emociones erráticas o carentes de control, comportamiento caprichoso y poco fiable. Son personas impulsivas, impredecibles y a menudo explosivas.
    • Trastorno de personalidad histriónica: El rasgo principal de estas personas es una excesiva preocupación por la atención y la apariencia hasta mostrarse inapropiadamente seductoras. Tienden a generalizar y les cuesta mucho realizar análisis críticos razonados de los problemas o situaciones.
    • Trastorno de personalidad narcisista: Se caracterizan por la grandiosidad, la necesidad de ser admiradas y la incapacidad para empatizar con los demás. Les resulta extremadamente difícil darse cuenta de los sentimientos, deseos o necesidades de otras personas. Envidian los éxitos, pertenencias, etc. de los demás, creyendo asimismo que son envidiados. Exhiben actitudes y conductas arrogantes, desdeñosas y altaneras.
  3. Grupo C (ansiosos): Estos trastornos tienen en común su asociación con la presencia de alteraciones emocionales (ansiedad, depresión o ambas) ante las relaciones sociales (evitador), la separación de otros significativos (dependiente) y la pérdida de control (obsesivo-compulsivo).
    • Trastorno de personalidad evitativo: Se incluyen aquí a aquellas personas que evitan de un modo activo involucrarse en relaciones sociales, a no ser que esté seguro de ser aceptado. Además de sentir a la vez ansiedad, retraimiento social, anhedonia o evitación de la intimidad.
    • Trastorno de personalidad dependiente: La necesidad generalizada y desmesurada de ser cuidado por otros, lo que da lugar a una conducta de sumisión, apego y miedo a poder perder el apoyo y protección de los demás. A la persona le resulta extremadamente complejo tomar decisiones cotidianas sin el consejo de otras personas. Y permite que los demás adopten las decisiones y asuman responsabilidades en áreas importantes de su vida. Su deseo de apoyo de los demás puede llegar al extremo de realizar tareas desagradables, incluso soportar malos tratos.
    • Trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo: Estas personas son excesivamente ordenadas, pulcras, puntuales, organizadas y meticulosas. Estas conductas impiden la puesta en marcha de otros rasgos tales como la flexibilidad y la apertura a nuevas experiencias, y oscurecen o imposibilitan la eficacia, volviendose disfuncional en alguna área de la vida cotidiana.

Evaluar la presencia de indicadores que permitan establecer un diagnóstico de trastorno de personalidad es un proceso más complejo que el involucrado en hacer un diagnóstico de otros trastornos mentales. Existen cinco maneras de obtener información que ayudan a describir el problema clínico; cada una tiene sus propias ventajas e inconvenientes:

  1. Cuestionario autoaplicado. Las personas informan sobre ellas mismas completando una lista de ítems. Los principales son:
    • Cuestionario multifásico de personalidad de Minnesota – segunda edición (MMPI-2): Se trata de la prueba de personalidad más utilizada. Es una prueba destinada a la evaluación de rasgos de personalidad patológica.
    • Cuestionario clínico multiaxial de Millon y Davis (MCMI-IV): El objetivo principal es comprender con la máxima profundidad posible al paciente para poder diseñar un tratamiento individualizado; y no limitarse simplemente a hacer un diagnóstico clínico.
  2. Escalas de evaluación y listas de síntomas. Una persona que conozca bien al paciente rellena este formulario para proporcionar una perspectiva alternativa
  3. Entrevista clínica. El terapeuta hace preguntas y el paciente las responde verbalmente y, a menudo, sin ninguna restricción. Se puede usar la Entrevista clínica estructurada para los trastornos de la personalidad del eje II (SCID II). Durante la entrevista, además, es importante responder a cuatro preguntas fundamentales: ¿Es omnipresente?, ¿Desde cuándo?, ¿Presenta rasgos normales o patológicos?, ¿Qué dicen los observadores de apoyo?
  4. Técnicas proyectivas. Se trata de acceder a estructuras y procesos inconscientes a los que, en general, la persona no podría acceder mediante la expresión verbal: Test de Rorschach (la persona debe estructurar o dar significado a estímulos visuales que se le presentan), Test de Apercepción Temática (TAT) de Murray (a partir de la presentación visual de una lámina, se debe narrar una historia). Test de frases incompletas (hay una consigna verbal o escrita por la que la persona ha de manifestar verbalmente sus asociaciones frente a palabras, frases o cuentos.).
  5. Mediciones fisiológicas. Los valores de neurotransmisores o de hormonas sería otra fuente de obtener información, aunque lo habitual es que no podamos disponer de ellas.

Si tienes alguna pregunta al respecto, no dudes en contactarme.

Fuente principal:

  • El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5) —en español: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5)— es la actualización de 2014 del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, una herramienta de clasificación y diagnóstico publicada por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés).
  • Millon, T. y Davis, R. (1998). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Masson.

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